
No me digas lo que tengo qué hacer y mucho menos lo que tengo que pensar. No quiero escucharte. Gritá hacia el norte, soy oídos sordos. No me comas la cabeza, no te atrevas a susurrarme en un rincón. Ahora andáte, andáte lejos.
El mundo está loco corazón, sólo nos queda esta cueva donde refugiarnos del viento del ocaso y la sangre derramada.
Qué suerte tenernos! Hay una parte que él nunca entendió!