El rincón de Pandora

domingo, 14 de diciembre de 2008

domingo, 7 de diciembre de 2008

Inverno


Como si fuera tan fácil a veces; sacudirse este cansancio, volver a inventarse.
Caminar sin pararse, hablar sin emoción, dormir de primera, no pensarse aquí.
El frío hace más cálido el espacio nuestro, la estufa eléctrica nos cuida el culo.
Sólo la noche basta, un saxo sonando de fondo, una canción del Indio, sólo una canción.

Con el rabillo del ojo miro a la Maga. Se siente observado, pero no se inmuta. Enrollado como si no fuera gato sino otra cosa que no alcanzo a descifrar. Nunca ví a un gato acomodarse de esa forma para dormir. Sí, la maga es gato y no gata. Quizás fue de vago no cambiarle el nombre, pero pensábamos que era gata y fue gato encerrado. Sobre el sillón, que es territorio mágico, descansa de no hacer nada la Maga.

El invierno llegó pronto, se arrimó como quién no quiere hacerse notar y pegó fuerte en la oreja. Sacudió árboles distraídos, inocentes de invierno, llenos de otoño que es más suave y más amable, pero el invierno se hizo a sí mismo y gritó.
Los bares empañados y en pañales llenan su estómago, como una gran ballena, de comensales y bebedores. Formamos parte, por supuesto, de esa raza. Los cuerpos necesitan calor de vino, olor de estofado, licor amable y abrazo amigo.

Las calles se quejan de soledad, ruegan al invierno que llame a la primavera. Que le deje paso urgente, pero invierno no sede, es turno mío, dice. Mientras se da media vuelta, pega un salto y sigue soplando metiendo a la gente en los bares, en sus casas a picar cebolla para preparar las carnes para el amor y para la mesa.
Las frazadas no dejan escapar el vapor de los cuerpos que se encuentran y dan vueltas en ritual. Y besan al otro, lo fisgonean, lo huelen y lo penetran hasta el hartazgo; que es raro que haya hartazgo en estos casos.
Cuerpo y cuerpo soldados en plena guerra haciendo la paz, riendo desde el amor y desde abajo de la frazada que los cubre. Hace de cómplice la frazada, y también disfruta hasta que se acabe el invierno.

Vientre fecundo y joven, matriz mágica de cosecha y amor, fábrica de vida nueva, ansiosa de escapar.
Caminan pancita y Aldu felices en su andar, compromiso ancestral renovado en el rostro que brilla y alegra. Mueca cómplice de todos, mujer nueva. Experiencia de sangre llevada dentro hasta que haga falta. Saltarina y burlona, bufona de calle y circo. Portadora de semilla creciendo con cantos y palabras, con calor de estufa eléctrica.
Ansia cumplida en óvulo y esperma, perseguidor incansable e incombustible.
Vientre hinchado de vos, notorio pariente, sangre hirviendo por vivir, humano digno de todo. Inocente mientras dure, sabio sin hablar. Todavía intacto de éste mundo que nos espera, porque para mí también hijo- hija va a ser nuevo con vos.

Pollo.